
El cambio climático al que todo el mundo hace referencia hoy día es un cambio climático antropogénico, es decir, originado por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI; Tabla 1) derivadas de las actividades humanas a partir de la revolución industrial.
Hasta antes de la revolución industrial, la atmósfera terrestre estaba compuesta por 78% nitrógeno (N2), 21% oxígeno (O2), 0.9% Argón (Ar), trazas de otros gases y sólo 0.03% bióxido de carbono (CO2; Gráfico 1). El CO2 es el más importante de los GEI después del vapor de agua, ya que el efecto invernadero de la atmósfera terrestre (Gráfico 2) es muy sensible a sus concentraciones, no obstante tan pequeñas.
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